Sobre el Tercer Testamento

El Tercer Testamento no contiene ninguna teoría. Todo está experimentado, por experiencia propia. Para los lectores, se convierte frecuentemente en teorías. ¡Muchas! Antes de que las teorías sean digeridas y se conviertan en experiencia propia pasa tiempo. ¿Cuánto tiempo? ¿Un día? ¿Algunas semanas? ¿Algunos cientos de años? ¿Cinco vidas terrenas? Quién sabe.

Eternidad

En El Tercer Testamento la vida se observa desde el punto de vista de la eternidad. La vida no ha sido creada. Todos somos inmortales. Las cosas creadas nacen y mueren. Tú y yo no somos fenómenos creados. Nuestros instrumentos son creados. El cuerpo y el pensamiento son perecederos. Cambian. ¡Afortunadamente! La vida, el creador, es imperecedero. Tú consistes en una totalidad. La eternidad y lo imperecedero contienen la totalidad. La eternidad no tiene nombre. Es. Cuando la experimentamos, somos «Uno con el Padre», como Cristo.

Amor universal

Según El Tercer Testamento, somos señores y creadores sobre el espacio y el tiempo. El amor universal abre las ventanas del alma a la eternidad y al infinito. El amor universal es una fuente de conocimiento. Descubrimos nuestra identidad más íntima, la inmortalidad. Los límites del tiempo y el espacio desaparecen. Nosotros mismos creamos nuestro destino. ¿Estamos contentos? No siempre. Pero evolucionamos y aprendemos, a lo largo de muchas vidas.

Justicia

En todas partes sólo domina la ley y el orden, también donde parece más caótico. Las leyes son eternas, no han sido inventadas, al igual que la vida misma. Todo lo que hacemos regresa tarde o temprano a nosotros, tanto el bien como el mal. Tenemos a nuestra disposición un tiempo ilimitado, por esto amar al prójimo como a sí mismo es el más alto mandamiento de la vida. Cosechamos lo que sembramos, que es lo que se llama la ley del destino.

Los síntomas de la ignorancia

No conocerse a sí mismo trae consigo problemas en nosotros mismos y en relación con nuestro entorno. El sufrimiento resultante ha sido profetizado en y con las predicciones de las religiones sobre «el día del juicio final», «el cataclismo», etc. El Tercer Testamento afirma que este sufrimiento, estas experiencias de ignorancia nos conducen, poco a poco, a todos a la misma conclusión, el amor.

Ciencia espiritual

Pero el estado de amor universal no puede alcanzarse de una vez. Esta conciencia acabada y este equilibrio final se desarrollan como un proceso orgánico, paso a paso. Todos debemos investigar por nosotros mismos a través de los desafíos de la vida, pero tenemos una gran ayuda espiritual. La lógica gradual de los análisis cósmicos está para ayudarnos hacia la visión cósmica de la vida.

 

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¿Quién es Martinus?

¿Quién se considera cualificado para explicar los enigmas de la vida? En el prólogo a la obra principal de El Tercer Testamento, «Livets Bog*», Martinus (1890-1981) escribe:
«Como mi propia vida es de una naturaleza tal que he estado en condiciones de experimentar el conocimiento, que visto por mí mismo, arriba mencionado [de dónde venimos, a dónde vamos, quiénes somos y cómo tenemos que vivir para /…/ que nos hagamos a nosotros mismos objeto de la felicidad absoluta (cita del apartado anterior de este libro)] en un estado tan puro que justifica en todos los sentidos las palabras divinas: “Mira, todo es muy bueno” y, por ello, sólo puede ser la respuesta absolutamente directa a la pregunta “¿Qué es la verdad?”, siempre actual para el mundo, he considerado que era mi deber hacer accesible a todos mi experiencia o conocimiento; y es precisamente este conocimiento mío de primera mano de las realidades cósmicas, que como una providencia o ser divino celestial dominan el universo, lo que en forma de “Livets Bog” o “la sabiduría eterna” me esfuerzo en manifestar». (Livets Bog 1, apdo. 7).

La utilidad de El Tercer Testamento

«Dado que la vida se me ha mostrado […] como luz y perfección deslumbradoras y me ha descubierto la identidad de los seres como “hijos de Dios” y, además, me ha mostrado que el amor es el factor más potente en toda manifestación, ya que “ser una alegría y una bendición para todo aquello con lo que se entra en contacto” es lo único que está en condiciones de hacer que el ser se comprenda a sí mismo y comprenda a su Padre divino y el orden existente en el universo, y, al mismo tiempo, es lo único que está en condiciones de liberarlo o alejarlo de todo lo que forma
parte del “dolor”; y como finalmente me ha mostrado que lo que da lugar al destino de cada ser son los efectos de aquello de lo que él mismo es la causa, he creído que descubrir mi estado de conciencia en forma de imágenes, textos, conferencias y modo de ser puede ser útil, puede ser como echar una mano a todos aquellos que buscan la verdad, que buscan al Padre o Divinidad, y echar una mano a todo lo que el Padre me ha dado en forma de lo que me rodea». (Livets Bog 1, apdo. 19).

Una defensa para todos

«El Padre, permitiendo que mi propia vivencia, que mi creación de experiencias o estado de conciencia sean de una naturaleza tal que su relato en forma de “Livets Bog” se ha convertido en una revelación de la identidad de los seres como “hijos de Dios”, al mismo tiempo que descubre la estrecha relación interna entre las religiones como haces de rayos del mismo océano de luz y, de este modo, constituye además una defensa de todos los seres existentes, ha hecho así, de un modo maravilloso, que “Livets Bog” sea un instrumento para mostrar y eliminar el último resto de la forma de ignorancia que crea intolerancia y de su acompañante “los sufrimientos”. Porque la ignorancia es precisamente la verdadera causa de todo lo que forma parte de lo que el mundo llama “el mal”. Donde se elimina la ignorancia, deja de existir el presunto “mal”». (Livets Bog 1, apdo. 19).

Ninguna religión ni ninguna secta

«“Livets Bog” le dará, pues, al estudiante una idea de cómo esta primera correspondencia o este lenguaje directo de la vida es lo que constituye la única religión absolutamente fundamental de la existencia, ya que el caso es que ésta sólo puede existir con absolutamente todos como maestros, con absolutamente todos como alumnos y con absolutamente todo como enseñanza. […] Como “Livets Bog” es un relato de la experimentación de esta “religión de la vida” que lo abarca todo, y ha sido manifestado con el objeto de estimular el desarrollo de la facultad del individuo de comprender por sí mismo la mencionada religión, de modo que pueda, no partiendo de “Livets Bog” sino del lenguaje directo de la vida, contemplar él mismo lo que le está permitido y lo que no le está permitido, lo que es verdadero y lo que no es verdadero, se puede comprender que “Livets Bog” en ningún caso tiene que actuar como fuerza estimuladora de la creación de una secta, una religión o una profesión de fe, sobre todo porque la religión de la vida, como ya hemos dicho, reconoce precisamente a todos los seres vivos, lo mismo a los que profesan una fe que a los que no profesan ninguna, lo mismo a los presuntos “piadosos” que a los presuntos “impíos”, lo mismo a los animales que a los seres humanos como sus miembros natos, sus practicantes y sus adoradores natos». (Livets Bog 1, apdo. 15).

La intención de los sufrimientos

«Vi que era un ser inmortal y que todos los demás seres de la existencia eran realidades eternas que, igual que yo, tenían tras sí una serie infinita de vidas que habían experimentado con anterioridad, que todos habíamos evolucionado desde formas bajas y primitivas de existencia hasta nuestro estadio actual, y que éste sólo era un eslabón provisional de esta escala evolutiva, y que de este modo íbamos de camino avanzando en dirección a lejanas zonas de existencia cuya forma alcanza cimas gigantescas. Vi que el universo constituía un único e inmenso ser vivo en el que cada uno de los otros seres era un órgano, y que todos nosotros, seres humanos, animales, plantas y minerales constituíamos una familia, éramos, en lenguaje metafórico, de la misma carne y de la misma sangre. Vi mundos luminosos y centelleantes con humanidades insospechadas, con humanidades con una moral y unos ideales cuyo desarrollo divino y cuya armonía con respecto a la ley de la existencia y en comparación con la moral terrena corriente, eran como el oasis con respecto al desierto. Pero también vi mundos de una naturaleza mucho más baja, mundos en los que la barbarie constituía una fuerza tan condicionante que en ellos los seres vivos tenían que matar para vivir, es decir, mundos en que las condiciones de vida, en las que especialmente se apoyan, son exactamente lo mismo que la más prominente forma de transgresión de la ley de la existencia, y por consiguiente hace de todos estos mundos los más destacados escenarios para el despliegue de la enfermedad y la indigencia, la miseria, el sufrimiento y el dolor, lo que a su vez significa una categoría de planetas a la cual no puede negarse que el globo terrestre en parte pertenece. Además vi que la oscuridad, o el presunto “mal”, era en realidad lo mismo que el desarrollo en los individuos de las cualificaciones que son absolutamente necesarias para que la vida en los mundos superiores pueda ser más tarde experimentada por estos mismos seres como felicidad o bienaventuranza, y así comprendí que “la oscuridad”, entendida cósmicamente, es una bendición tan grande como la luz, y que desde el punto de vista divino todo es muy bueno. Pero también me di cuenta de que este conocimiento jamás podría ser experimentado como una realidad auténtica por ningún ser, ni podría mostrársele como tal antes de que su facultad de amor estuviera tan desarrollada que sólo pudiera ser bueno o amoroso con todos los seres vivos y, por consiguiente, no pudiera abusar de dicho conocimiento creándose a partir de él argumentos para actos egoístas o faltos de amor. Así experimenté que todo el universo es atravesado por una sabiduría y un amor infinitos. En todos los lugares inmersos en “la oscuridad” a los que dirigí mi mirada se hizo la luz. Me había transformado en mi propia fuente de luz. El bautismo de fuego que había experimentado, y cuyo análisis detallado no puedo hacer aquí, había dejado tras sí el hecho de que en mí se habían despertado facultades de percepción totalmente nuevas, facultades que me ponían en condiciones de ver, no esporádicamente sino en un estado permanente de conciencia diurna despierta, el conjunto de las fuerzas espirituales primarias, de las causas invisibles, de las leyes eternas del universo, de las energías básicas y de los principios fundamentales tras el mundo físico. El misterio de la vida no era pues un misterio para mí. Había adquirido conciencia de la vida del universo y había sido iniciado en “el principio creador divino”». (Livets Bog 1, apdo. 21).

Todos serán perfectos

«Esta experiencia y este estado cósmico míos se transformaron en el factor desencadenante de mi subsiguiente aparición en el mundo y de la creación de “Livets Bog”. Pero dado que este proceso espiritual, como ya hemos dicho, es experimentado por cada individuo cuando éste en su existencia eterna pasa por el estado evolutivo que es necesario para esta experiencia, será evidente que yo, con respecto a las facultades de percepción no represento ningún privilegio especial ni constituyo ninguna excepción de la regla, que yo, de este modo, en el marco de la evolución eterna no puedo añadir una sola jota a lo que otros seres han sido antes que yo ni a lo que otros seres serán después de mí». (Livets Bog 1, apdo. 22).

La Biblia y El Tercer Testamento

Según Martinus, la Biblia encierra el mandamiento religioso más grande del mundo. No hay, escribe, mejor indicación del camino hacia Dios y de un destino feliz que el que la humanidad ya ha recibido, por ejemplo, en el Sermón de la Montaña de Jesús. No hay ningún mandamiento más alto que este: «Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».

Por consiguiente, no es en absoluto para alejar a los hombres de estas verdades eternas que se ha creado El Tercer Testamento, es, al contrario, para mostrar que expresan realidades científicas. Partiendo de las muchas crisis y guerras mundiales de nuestra época, parece ser necesario recordarlo.

La continuación de la misión de Cristo

¿Es posible justificar una continuación de la Biblia a partir de lo que Cristo dijo? En el capítulo 16 del evangelio de San Juan leemos:«Aún tengo otras muchas cosas que deciros, mas ahora no podéis comprenderlas. Pero cuando él venga, el espíritu de verdad os guiará hacia la verdad completa; pues no hablará de suyo, sino que dirá todas las cosas que habrá oído y os prenunciará las venideras. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará». (Jn. 16, 12-14)
De la cita se desprende que Cristo no podía relatar todo lo que sabía, ni siquiera los discípulos, elegidos personalmente por él, podían comprenderlo todo. Según Cristo, la verdad sobre Dios y el misterio de la vida se revelarían posteriormente.

La iniciación de Martinus

El proceso espiritual que dio a Martinus conciencia de la inmortalidad, y que es la condición para poder escribir El tercer Testamento es descrito por el propio Martinus de la siguiente manera:

«Ese “espíritu de Dios” que, según la Biblia, “aleteaba sobre la superficie de las aguas”, ese “fuego” que “ardía en la zarza” de Moisés, ese “fuego” que condujo a Elías a los cielos, ese “fuego” en el cual Jesús, mientras se hallaba en la montaña, fue “transfigurado”, ese “fuego” que se mostró sobre las cabezas de los apóstoles y que más tarde transformó a Saulo de camino hacia Damasco en Pablo, ese “fuego” que a través de todos los tiempos ha sido “alfa” y “omega” en toda forma de creación, manifestación o revelación superior, flameaba aquí ante mis ojos, vibraba en mi propio pecho, en mi propio corazón; envolvía, en definitiva, todo mi ser. […] Me parecía reposar junto al pecho de la Divinidad todopoderosa. Me detuve en el origen del amor universal, vi la perfección divina, vi que yo era uno con el camino, la verdad y la vida, que era uno con el gran Padre». (En torno al nacimiento de mi misión, cap. 17).

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«El revelador de la verdad, el espíritu santo» es una ciencia espiritual

«¿Qué es “el revelador de la verdad, el espíritu santo”? No es en absoluto una persona, un nuevo Cristo que debería venir y ser un intermediario entre la Divinidad y los hombres. Es una ciencia sobre el universo y, con ello, sobre Dios. Debe ser una transcripción de la solución del misterio del universo. Es, por consiguiente, “un libro” en el que los hombres pueden leer, al igual que pueden leer en la Biblia. Este “revelador de la verdad, el espíritu santo anunciado por Cristo, que el Padre iba a enviar”, es, así, un “libro de la vida” o “del conocimiento” que iba a ser manifestado a la humanidad.

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Pero un verdadero libro del conocimiento sobre la Divinidad y el universo sólo puede constituir la continuación de la cultura mundial cósmica iniciada por Cristo hace casi dos mil años con el concepto “cristianismo”. Debía ser un libro que pudiera crear una escuela intelectual y no dogmática o un centro de enseñanza del cristianismo. Debía ser un libro que mostrase la cultura mundial cristiana acabada, en su manifestación tanto física como espiritual. Debía ser un libro que estudiase e hiciese comprensible tanto la culminación de la oscuridad como de la luz y la consiguiente función permanente de la vida en el universo, la inmortalidad de los seres.

Debía ser un libro que mostrase el infinito y la eternidad y las resultantes funciones vivas de vida en forma de tiempo y espacio y cuyos máximos resultados son ”la omnisciencia” y ”la omnipotencia”, cuyo trabajo perfecto constituye “el amor universal” y, con ello, es lo mismo que lo eternamente vivo en los seres vivos. Aquí hemos llegado al “punto fijo” del universo y su origen “el Padre de la Vida”, la absolutamente única Divinidad que todo lo irradia.

Un libro así no puede dejar de contener “lo mucho” que Cristo tenía que decirle a la humanidad, pero que Dios daría más tarde a generaciones futuras. Un libro así no puede dejar de ser “el revelador de la verdad el espíritu santo”. Debido a su fundamental cimentación del cristianismo y en virtud de su parentesco con los dos testamentos de la Biblia debe ser legítimamente denominado “El Tercer Testamento”.

Este “Tercer Testamento” es, por consiguiente, un libro de sabiduría o conocimiento. Nos muestra la profusión de resplandor eterno del “amor universal”. Apunta a la “imagen de Dios” en la que todos los seres vivos físicos están siendo creados a través de la reencarnación o renacimiento.

Aquí, en “El Tercer Testamento” se ve a todos los seres inacabados, es decir, a “los seres físicos”, tanto animales como hombres, estar en el mismo camino, un camino que inalterablemente conduce a “la conciencia cósmica” y, con ello, a la experimentación de la gloria áurea del universo, la luz dorada, lo eterno vivo en los seres vivos y, con ello, a “la conciencia de cristo” y a ser “uno con Dios”. Cristo era, claro está, el modelo para la creación de la conciencia de Dios en el hombre. ¿No dijo Cristo, precisamente: “Se me ha dado todo el poder en el cielo y en la Tierra”? ¿Cómo podría, si no, ser a “imagen de Dios” sin esta capacidad? ¿Y cómo podría ser creado cualquier otro ser a la misma imagen, sin que esto llevase a la misma capacidad?

“El revelador de la verdad el espíritu santo” es, así, en forma del presente “Tercer Testamento”, una continuación de lo que Cristo proclamó. Es una continuación de la proclamación de la luz eterna de “la estrella de Belén”. En esta luz eterna se revela aquí para el mundo la solución de los más grandes principios de la vida y, con ello, el fundamento inamovible del cristianismo, el fundamento de la felicidad y salvación de la vida». (Cita de un manuscrito de Martinus, escrito los últimos años de su vida, todavía no publicado en su totalidad. Introducción al Tercer Testamento, continuación de la Biblia).

La situación mundial o el día del «juicio final» anunciado

«¿No dice, precisamente, la narración bíblica sobre el futuro que “el diablo se enfurecerá con todo su poder”? ¿Y qué es lo que hemos visto en forma de dos guerras mundiales que en este siglo han hecho estragos en la humanidad? ¿No hemos visto acaso intentos de destruir ciudades inmensas con su población y sus riquezas culturales? ¿No se ha intentado, así mismo, aniquilar a toda una raza humana? ¿No hemos visto que millones de hombres han sido asesinados, no solamente en los campos de batalla, defendiendo a su patria o bien atacando el espacio vital de otros pueblos, sino también en las cámaras de gas, a las que han sido conducidos tras haber sido arrancados de la vida civil? Y estos asesinatos, ¿acaso no se han llevado a cabo sin ninguna base jurídica ni legal y, por supuesto, sin tener en cuenta los mandamientos condicionantes de vida que dicen: “No matarás”, “Perdona a tu prójimo”, “Mete la espada en su vaina, porque quien a espada mata a espada morirá”? ¿Acaso el cumplimiento de la ley no es precisamente este gran mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”? ¿Dónde está la creencia en un Dios lleno de amor y en la práctica de una cultura cristiana en esta existencia de juicio final en la que multitudes de hombres, tanto niños como adultos, viejos como jóvenes, se han consumido hasta la muerte en los terribles campos de concentración o campos de muerte, que arrojan sombras de conciencia diabólica sobre toda la Tierra?». (La Imagen Eterna del Universo I, Introducción, apdo. 2).

El crecimiento de los hombres alejándose de los dogmas religiosos

«¿Por qué los ideales religiosos, que se han predicado a los hombres durante milenios, no han podido impedir estas manifestaciones diabólicas y el estertor de muerte, la invalidez, enfermedad, miseria y amoralidad a que dan lugar? ¿No se hace acaso evidente con ello que los ideales religiosos o dogmas heredados del pasado, por muy divinos que hayan sido, no han podido liberar a la humanidad de esta espantosa época de juicio final? ¿No vemos acaso que a los hombres les quedan pequeños estos ideales casi del mismo modo como a los niños les quedan pequeños la ropa y los zapatos? A causa de esto, es natural que se pierda la facultad de creer en ellos. ¿Acaso millones de hombres no se han vuelto materialistas y prescinden de Dios? Que este número vaya en aumento, y que durante los oficios religiosos haya más y más sitios vacíos en las iglesias o casas de Dios ¿no es acaso un hecho igual de irrevocable? Y como consecuencia de esto, ¿no es acaso también un hecho que las más altas verdades cósmicas de importancia vital, los preceptos religiosos o dogmas, se han transformado en algo misterioso, en algo de lo que directamente se opina que es indigno que las personas inteligentes se ocupen de ello o crean en ello? ¿Son los hombres los que están equivocados o son los ideales religiosos los que no son ciertos?». (La Imagen Eterna del Universo I, Introducción, apdo. 3).

Los hombres que no exigen un fundamento lógico para aceptar los ideales o dogmas religiosos heredados del pasado

«En un sentido absoluto, ni los hombres ni los ideales religiosos están equivocados. Los ideales religiosos se adaptan de una manera perfecta al estadio evolutivo de los hombres a los que fueron dados. Y para estos hombres son el pilar fundamental de su vida. Pero una parte muy grande de la humanidad ha evolucionado, se ha alejado de estos estadios evolutivos y, en mayor o menor grado, ha avanzado hacia estadios superiores. Estos hombres viven en una esfera mental totalmente distinta a la esfera para la que los resultados o dogmas religiosos heredados del pasado eran adecuados, y a los que los hombres anteriormente citados podían entregarse totalmente, en virtud de su instinto, en alguna medida, todavía pujante. Su inteligencia aún no estaba lo suficientemente desarrollada como para necesitar que los citados ideales religiosos o dogmas se les confirmasen o explicasen de un modo intelectual. A estos hombres les bastaba el hecho de que fuesen transmitidos por autoridades». (La Imagen Eterna del Universo I, Introducción, apdo. 4).

Los hombres que exigen un fundamento lógico

«Pero hoy no es así. Hoy, una gran multitud de hombres ha perdido la capacidad de creer, porque, debido al desarrollo de su inteligencia, su instinto en mayor o menor grado ha degenerado. Con este desarrollo han adquirido la capacidad de analizar las cosas por sí mismos, de investigar y observar. A medida que este desarrollo va aumentando, hace que exijan una argumentación lógica o una base científica para cada idea o concepto mental que tengan que aceptar como verdad. Pero sería completamente absurdo hacerles cualquier tipo de reproche a causa del estado en que se hallan. Les es imposible creer en los ideales de los dogmas religiosos, precisamente porque éstos sólo se manifiestan como simples resultados o postulados sin la base lógica o científica de la cual provienen dichos resultados. Es por ello que el presente libro de símbolos y la obra capital, de la que éstos son suplemento, han sido creados. Por consiguiente, este libro ha sido escrito para ayudar a los hombres a los que les es imposible creer en simples suposiciones o postulados carentes de base intelectual o lógica, pero que no obstante buscan, de todo corazón y con su intelecto, la justificación de la situación de juicio final que comienzan a presentir que debe existir más allá del primitivismo y la irreflexión de la vida cotidiana. A estas personas les ha sido abierto el camino del estudio cósmico, que les llevará a comprender que la vida misma justifica totalmente la oscuridad en el mundo como un eslabón en la creación del eterno mantenimiento del tono fundamental del universo: El amor». (La Imagen Eterna del Universo I, Introducción, apdo. 5)

Conocerse a sí mismo es conocer a Dios

El estudio de El Tercer Testamento es un viaje de descubrimiento en un mundo eterno de radiante belleza. Bajo la estricta vigilancia de la lógica, somos guiados de manera segura, paso a paso, al interior de lo más santo de nuestro propio Yo, aquí experimentamos nuestra existencia eterna e inmortal fuera del tiempo y el espacio. Aquí, en nuestro centro más íntimo, estamos unidos y somos «uno con Dios».

En este viaje descubrimos que la Divinidad eterna y omnipresente vive en todos los seres vivos, y que nos habla a través de todo lo que sucede, a través de vibración o movimiento en el mundo creado. Enseñarnos a ver, oír y comprender este habla divina como a la Providencia que se dirige a nosotros directa, personalmente y con amor, y que a mar a nuestro prójimo, es decir cualquier ser vivo que encontramos en nuestro camino, como a nosotros mismos, es el objetivo práctico de la explicación del universo de El tercer Testamento. Después de habernos sumergido en el plan divino del universo y, a partir de nuestra propia razón, haber visto que todos los seres vivos en el universo físico están evolucionando hacia la perfección a la imagen del propio Dios, estamos nuevamente de acuerdo con nuestro Creador común en que «todo es muy bueno».

Introducción y conclusión hecha por Stiftelsen Tredje Testamentet (Fundación Tercer Testamento).

© Las citas de El Tercer Testamento están protegidas por la ley de derechos de autor. Los derechos de autor son propiedad del Instituto de la Ciencia del Espíritu de Martinus, Copenhague (Dinamarca).

*Martinus ha deseado que el título danés de esta obra, que significa El Libro de la Vida, se mantenga en todos los idiomas.